Bienestar

Brindis para festejar la vida de las mujeres

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Un brindis, no importa el idioma o las expresiones que se empleen – ¡Salute! ¡Santé! ¡Cheers! o ¡Salud!, entre otras- es un rito que, en estos tiempos, forma parte de casi cualquier celebración de Navidad. Ya sea con una copa de vino en mano, de espumoso, un cóctel de moda o con un vaso de jugo (los que no consumen alcohol), siempre tenemos una buena razón para brindar.

Lo llevamos a cabo de manera más o menos espontánea y, por lo general, va acompañado de una reflexión o frase, aunque el significado del gesto casi siempre es el mismo: expresar nuestros buenos deseos hacia alguien o hacia algún suceso, festejar o conmemorar algo.

Es lo que se ha realizado desde la antigua Grecia y Roma, hasta en la actualidad. En Puerto Rico, por ejemplo, era muy frecuente en la fiesta de despedida de año escuchar la declamación de un clásico de la lírica popular, “El brindis del bohemio”, del poeta mexicano Guillermo Aguirre y Fierro. Un poema que recuerda muy bien la nutricionista y dietista Vilma Calderón Jiménez, quien expresa que todos los años, el 31 de diciembre mientras sonaban las 12 campanadas, su padre ponía la radio para que todos en la familia lo escucharan.

“Era ya parte de la tradición navideña familiar. Así que yo crecí escuchando este poema. Sin embargo, a pesar de que la parte dedicada a la madre es muy bonita, no sentía ninguna conexión con en el resto del poema en el que los seis hombres brindan. Por eso, hace unos años, me dije que quería redactar un poema donde se brindara en Navidad, pero desde la perspectiva femenina”, explica Calderón, quien confiesa que desde niña ha cultivado la poesía, aunque dice que solo la compartía con sus hermanas y familiares cercanos.

Pero ahora, decidió compartir su nuevo poema, “Brindis entre mujeres”, basado en las vivencias de un grupo de amigas que deciden reunirse y brindar para “contextualizar la vida de las mujeres de hoy y ofrecer un panorama más actual de la sociedad”.

“Es una forma de rescatar de la invisibilidad a las mujeres a la hora de hacer un brindis a las 12 de la medianoche en una despedida de año. Son nueve mujeres, un número simbólico porque son nueve meses de gestación los de una madre”, explica Calderón, quien también es la moderadora del espacio radial “Salud y nutrición con Vilma Calderón”, que se transmite por WKAQ 580 AM los sábados a las 6:00 p.m. (con retransmisión los martes a las 9:00 p.m.) y donde, como preámbulo a las celebraciones de fin de año, declamará los versos como un tributo a las mujeres del país.

Un poema que, según su autora, muestra la realidad económica de muchas mujeres, las percepciones de vida de ellas, a veces encontradas, junto a una crítica social sobre la violencia hacia la mujer y ciertos valores sociales.

“Ahora las personas podrán festejar la despedida de año con un brindis que presenta otra perspectiva más contextualizaday con una lectura societal de gran vigor en la actualidad”, razona la comunicadora, quien expone que en la poesía se muestran mujeres de diferentes edades, con sueños y desilusiones, “pero que, al fin y al cabo, a todas las une el amor a la progenitora”.

“Cada una es representativa de un tipo de mujer, pero al final del poema se percatan de que todas tienen algo de cada una y que verdaderamente no son tan diferentes”, plantea la novel poetisa, mientras destaca que se acaba tributando a las madres en general, “incluyendo a las que se han equivocado en la crianza y las que han acertado”.

“Se incorporan a las abuelas y se señala la realidad de muchas criando a sus nietos. Es, finalmente, también un tributo a mi madre que hace dos años falleció y con quien tuve una relación de amor muy profunda y, indudablemente, siento que ella me guió desde el mundo espiritual en algunos de los versos”, asegura Calderón. El poema será recitado por su autora este sábado, a las 6:00 p.m. durante la difusión del programa “Salud y nutrición con Vilma Calderón” por WKAQ 580 AM y en su página en las redes sociales.

Poema “Brindis entre mujeres”

Reunidos en el comedor de una casa / compartía un grupo de amigas. / Aprovechemos que es Navidad / y sirvamos algunos tragos, para poder brindar – dijo una.

Sí, hagamos un brindis porque el viejo año se lleve las deudas / y que nos traiga un cofre, con valiosas monedas- dijo otra. / Que me traiga un buen hombre que quiero dejar la soltería- dijo la más joven. / Pues mejor que se lleve al mío, así mi vida mejoraría – exclamó otra con carcajada.

¿Por qué mejor no brindamos por nosotras, las mujeres? – preguntó una del grupo. / Eso es, vamos a brindar porque queremos más alegrías sin tantos deberes, / vivir con más justicia y menos violencia- respondió otra. / Y con un gobierno que atienda nuestros asuntos con más eficiencia – con contundencia, se escuchó en la mesa.

Bueno, pues vamos a honrarnos amigas- sugirió la anfitriona. / Hagamos un brindis porque estamos vivas por todo lo que hemos tenido que superar / y por todo lo bonito que el nuevo año traerá.

Pues yo comienzo – reclamó una. / ¡Yo quiero brindar por mi tonalidad, por ser negra! / Porque además de sufrir como mujeres injusticias y sufrimiento / también tenemos que vivir la marginación del tono. / Y les confieso que quiero liberar a mis cabellos de los alisados / y que ya no me pese, la amplitud de mi nariz o mis labios.

Todas la escucharon y con dolor en sus rostros se miraron. / Hay heridas ocultas con las que todas caminamos / En ocasiones se esconden, pero siempre nos acompañan, / ¡así que vamos a la catarsis con mucha champaña! / Cada una tomó un sorbo de su copa / y se tomaron de la mano las unas con las otras.

Se regalaron sonrisas de complicidad / y con alegría se dispusieron a brindar. / Pues yo brindo por las hermanas y las amigas- dijo la próxima. Creo que cada una tiene alguna que ha sido cómplice de una secreta aventura. / Que ha reído con nosotras sin parar / pero a nuestro lado, también ha sabido llorar.

Yo brindo por las mujeres lesbianas / ¡que por su orientación sexual han sido rechazadas! – indicó otra. / Sí, por esas que en secreto y casi sin quererlo / gustan de otras mujeres sus curvas y pechos. / Quiero que se derrumben los estereotipos injustos / porque el valor de las personas, no lo definen sus gustos.

¡Pues yo quiero brindarpor mi cónyuge, mi Hombre! – expresó la más astuta. / A la que le atraen las mujeres, yo no lo entiendo. / Yo soy feliz con lo que entre sus piernas hallo / que hace que las mías se relajen y tiemblen / y en un volcán de erupciones nos pasamos la noche.

La mayor del grupo mostró asombro / llevó sus manos al rostro y luego dijo: / ¡Yo quiero brindar por las abuelas! / Por las que son hábiles y furiosas / y por las que son dulces y cariñosas. / También por aquellas que cuidaron a sus hijos, / y hoy crían a sus nietos, por cosas del destino.

¡Disculpadme, pero yo quiero también brindar por las amantes! – se escuchó a otra decir. / Yo soy una de esas, contenta con las caricias de mi hombre / sin tener que cocinar, ni lavarle los calzones. / Y les recuerdo, que no somos como piensan algunas, lodo o basura. / y que, como todas, también tenemos, quebrantos y amarguras. / ¡Pues yo quiero brindar por mí, la mujer y gran esposa! – dijo la más seria del grupo. / La que ha soportado las infidelidades de mi marido / y la que finge estar con el perfecto individuo. / La que no sabe qué hacer con su vida, / pero hoy renuncia a ser la actriz de esa película.

Todas con asombro miraron a su amiga / la de un matrimonio largo de toda una vida. / Y con los rostros un tanto desencajados / bebieron champaña y siguieron brindando.

¡Pues yo quiero brindar por las mujeres que dieron su vida por la Patria! – reclamó otra. / Sí, por aquellas que fueron verticales y valientes / que confeccionaron nuestra bandera y empuñaron las armas. / Las que con sangre trabajaron y lucharon / y el amor a la Libertad en nuestra piel nos tatuaron.

Todas alzaron su copa y volvieron a brindar / y una gritó: Nunca se negocia la libertad, / ni en el plano personal ni en el país que vives. / El ser humano es como las aves, tiene que ser libre!

Luego de un momento breve de conversación / la anfitriona de la casa de la silla se levantó. / Y con una lánguida mirada se dirigió al grupo, / esas que solo surgen del dolor profundo.

¡Yo quiero brindar, por todas las madres! / Por las que estuvieron presentes / y las que dolorosamente estuvieron ausentes. / Las que acertaron en su crianza / y las que se equivocaron en sus andanzas. / Por las que gritaron o maltrataron / y también por las que abrazaron y besaron. / Todas hacen lo mejor que pueden / y nadie sabe las heridas que arrastran y cuánto duelen.

Y si me disculpan, ahora quiero brindar por la mía que ya no la tengo. / Llevo sin ella hace algún tiempo y en circunstancias como estas / No puedo evitar, recordarla a ella.

A veces me pregunto a dónde se habrá ido. / En qué lugar estará o en qué sitio. / Si del cielo me mirará por alguna ventana. / Si me echará la bendición como cada mañana.

Cuanto la extraño en mi diaria vida, / sus conversaciones y deliciosa comida. / Sus regaños, abrazos y besos. / Su gran sabiduría y eternos consejos.

En las noches frías sus recuerdos me abrigan / y a veces su voz, escucho todavía. / Con claridad la veo en algunos de mis sueños / y en esos momentos viva la siento.

Cuando muere la madre conoces un intenso dolor / que parte por dentro tu mismo corazón. / Te desplomas en llanto sin ningún consuelo / y te acompaña por años un profundo duelo.

Y si tal vez no haya muerto de veras. / Y si solo está en silencio durmiendo una siesta. / Y si todo pudiera haber sido una equivocación. / Y despertara de pronto, al oír mi voz.

Como quisiera una nueva oportunidad / De volverla abrazar, volverla a besar. / Darle las gracias por tantos cuidados / y decirle que, por siempre, la seguiré amando.

Por un momento todo fue silencio / Cada una recordando la suya con amor y respeto. / Sabiendo que las heridas de una madre muerta / aún con el tiempo seguirán siempre abiertas.

Todas se abrazaron y levantaron su copa. / Reconociéndose cada una, en las lágrimas de las otras. / Sabiendo que las madres nos acompañarán siempre / En cada Navidad y en cada pesebre / porque somos la vida de sus entrañas, / amor infinito en la fusión de almas.

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