El Antiguo San Juan, sin duda, es uno de los lugares más transitados por turistas y locales. No importa el día ni la hora, en las calles empedradas siempre encontrarás alegría, unión y buen ambiente.
Esta tarde, sin embargo, a muchos les resultó difícil acceder a la Ciudad Amurallada. Desde Puerta de Tierra, algunos miraban a lo lejos y se rendían en el intento con un “giro en U” como señal. Otros, mientras tanto, regidos por el llamado “horario navideño”, resistieron hasta el primer estacionamiento a su alcance.
Es que hoy sobraban las ganas. Se sentía el deseo de cantar, celebrar y vivir el momento. Con una temperatura 85°F, varias familias decidieron caminar desde el Arena Pier 10. Con silla de playa a sus espaldas y botella de agua en mano, emprendieron el trayecto hacia Calle de la Fortaleza.
Cuando pensaron que su misión había acabado, se percataron de que no era cierto. La Calle Tanca, la Calle San José y la Calle de la Fortaleza estaban repletas. Hasta allí llegaron niños, jóvenes, adultos y ancianos de distintos municipios de la isla. Todos, juntos, crearon una atmósfera de fiesta.
Todo ese entusiasmo y alegría tenía su razón. “El Voz Nacional de Puerto Rico”, Danny Rivera, presentó la décima edición del evento musical “Ocaso navideño”.
Mientras esperaban por el trovador de 78 años, la audiencia decidió honrarlo con su misma pasión: al compás de algunas de las canciones emblemáticas de la época. “Dame la mano paloma” y “El cardenalito” sonaron a una sola voz.
Poco antes de las 5:30 p.m. se escuchó una expresión desde el balcón de la Fundación Protectora de la Cultura Popular y comenzó la melodía. Allí estaba Rivera, deleitando a su pueblo una vez más.
Ataviado con su distintiva vestimenta de hilo, quien también posee la nacionalidad dominicana arrancó la velada con “Mañanita campera”. Los que estaban sentados se pusieron de pie, evidenciando que no iban a perder el tiempo.
“Arre, arre, arre. Qué hermosa está la mañana para cantarle”, corearon los presentes. Al mismo tiempo, desde todas las direcciones, más personas se sumaban al público.
“Hoy nos acompañan muchos símbolos, nos acompañan los símbolos de identidad nuestra, el primer símbolo que tanto amamos es este grupo de seres humanos que tanto amamos, que hemos nacido en la misma patria, y los que no han nacido aquí, también están convencidos a estar aquí con nosotros”, fueron las primeras palabras del intérprete, quien no dejó de enviar señales de gratitud y cariño a los presentes.
Muy acorde con los días festivos, el concierto público continuó con clásicos como “El burrito sabanero”, “Casita de la montaña”, “Yo tenía una luz” y “De los hijos de mamá”.
Verónica Santana, de Bayamón, y su hija de nueve años, se deleitaron con los temas como si no hubiera mañana. Desde las pasadas cuatro ediciones, dijo la madre a este diario,”Puesta de sol de Navidad es un evento que no se pierde” en su agenda.
El astro rey empezó a esconderse y regaló un espectáculo en el cielo al teñir las nubes de tonos anaranjados. Si algo caracteriza las actuaciones de Rivera son los invitados de honor. Eso no fue una excepción hoy.
El primero en dar inicio fue el estudiante del Conservatorio de Música, Michael Alexis Matos. El joven vocalista entonó “Jardinero de cariños” y “El cardenalito”. Algunos llevaron sus manos al pecho y las alzaron al cielo, como si fuera un acto de ofrenda. El segundo tema fue aclamado con uno de los aplausos más prolongados.
Como con todo lo que hace, la decisión de Rivera de invitar a Matos al evento no fue por mera casualidad. El artista siente pasión por la música. Según su biografía en el sitio de la Fundación para la Cultura Popular, desde los 8 años tocaba la batería y a los 10 años “era todo un prodigio en tocarla”.
Con la magnífica presentación del invitado y la cálida acogida que tuvo por parte del público, Rivera -sin duda- confirmó que el porvenir de la música está en buenas manos.
Incluso llegó al icónico balcón el joven trovador, Alejandro Rivera Santos. “Está repleto, ¿sabes?”, fueron las palabras del vocalista, quien se mostró sorprendido ante la multitud que cantaría.
“Mis padres, desde pequeño, me inculcaron lo que es la devoción por la cultura y hay pocos jóvenes preservando nuestras raíces, y yo soy uno de ellos”, añadió antes de interpretar la canción “Controversia”.
Además de Rivera, se presentó Mónica Plácido, con quien entonó los temas “Trulla pa’ ti”, “Al nacer el niño bendecido” y “Alegoría”.
Los últimos resplandores del sol sobre el cielo sanjuanero forjaron el entorno ideal para lo que fue el tema más solemne y emocional de la velada: “Villancico yaucano”. Este, compartió el anfitrión, fue dedicado a los niños de Palestina que han perdido sus vidas por los ataques de Israel en la Franja de Gaza y Cisjordania.
La letra, que narra la historia ficticia de “Juan”, un vendedor de verduras del pueblo de Yauco, encierra gran sentimiento y significado. Hoy, Rivera otorgó un nuevo sentido a sus estrofas, que impactaron profundamente a los asistentes.
Para animar un poco el ambiente, el cantautor se despidió con el bloque compuesto por “Balconcito de las casas”, “El tinajero”, “Que llueva la paz” y su himno por excelencia “Tu pueblo es mi pueblo”.
El ambiente de festejo y orgullo nacional que predominó durante la hora y media de presentación, brindó fuerzas para que la multitud descendiera por las calles de San Juan. Nadie salió triste ni con gestos largos por el congestionamiento vehicular que les aguardaba.
Por el contrario, en todas partes se pudo apreciar un pueblo impactado por la música y la “Puesta de sol de Navidad” de Rivera.