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La aplicación Anotaciones del iPhone es el reflejo más genuino de nuestra caótica existencia

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En una encuesta informal sobre el contenido de las aplicaciones Anotaciones de mis colegas, descubrí que muchas personas guardan borradores de mensajes de texto o correos electrónicos que enviarán a amigos o familiares. También se encuentran las listas con las claves que olvidan y los habituales inventarios del equipaje para los viajes. Alguien comenta que utiliza Anotaciones para redactar publicaciones preliminares para las redes sociales. Otros conservan las listas de viviendas con buhardillas, o una para buscar los signos astrológicos de amigos y familiares. Varios participantes habían creado sus promesas matrimoniales en esta aplicación y las conservaban allí.

Tu presentación más auténtica en la aplicación Anotaciones

Claro está que los ciudadanos comunes no somos las únicas personas devotas de Anotaciones. Los famosos llevan años disculpándose mediante sentidas capturas de pantalla de la aplicación, como la que hizo Justin Timberlake a Janet Jackson por el “incidente del pezón” y, de paso, a Britney Spears. TikTok está repleto de usuarios que se recuerdan unos a otros que deben desahogarse en ella en lugar de enviar un mensaje de texto enojado o subir una publicación polémica a las redes sociales. “¿Qué hay en tu aplicación Anotaciones?” es el nuevo “¿qué llevas en el bolso?”. Todos contamos con una en el dispositivo de Apple. Y todos vertemos en ella los momentos más oscuros de nuestras almas, pero también los más brillantes.

Cuando Claire Mazur y Erica Cerulo, el dúo que está detrás del popular podcast de Estados Unidos Una Cosa o Dos (A Thing or Two), realizaron un episodio sobre las maneras en que se utilizaba la aplicación Anotaciones, les sorprendió la profundidad de las respuestas de los oyentes. Muchos de los que escribieron estaban ansiosos por compartir las formas personales en que utilizaban la aplicación, desde anotar nombres de bebés que les gustaban hasta mantener un “registro de la vergüenza” como recordatorio para tratarse a sí mismos con un poco más de amabilidad. “Tus anotaciones no son públicas ni un acto de demostración”, señala Mazur en una entrevista por Zoom. “Estás siendo tu presentación más auténtica, en lugar de desempeñar lo que alguien quiere ver de ti”.

Cerulo opina que nuestras aplicaciones Anotaciones nos ponen directamente en contacto con nuestro yo más íntimo. “Es como lo que dijo uno de nuestros oyentes: ‘olvídate de mi historial de búsqueda [en internet]. Cuando muera, mi mejor amiga tendrá que borrar mi aplicación Anotaciones’”.

A diferencia de una aplicación de fotos dedicada expresamente a los recuerdos digitales, mis Anotaciones nunca han desencadenado lo que se denomina “el problema del aborto espontáneo”, es decir, la tendencia de internet a enviarte dolorosos recordatorios no solicitados de acontecimientos traumáticos de tu vida. Nunca me entristece lo que veo cuando reviso mis anotaciones, ni cuando pido ver las de otra persona. No son recuerdos pulidos, grabados en piedra. Son textos apresurados, desordenados y, en general, desquiciados. Incluso llegan a ser líricos; como observa mi colega Lauren Goode al preguntar que “¿quién de nosotros no ha escrito alguna vez una idea al azar sobre la marcha y ha pensado: ”dios mío, soy ‘poeta’?”. Que conste que yo nunca lo he hecho.

Especialmente si eres escritora como yo, es tentador crear y aferrarte a la historia de tu vida. Aquí es donde comenzaste, aquí es donde cometiste errores, aquí es donde ganaste y aquí es donde tomaste esa decisión de la que nunca podrás retractarte. En contraste con todas las aplicaciones opresivas, quizá perjudiciales, que tengas en tu teléfono, Anotaciones sirve como un recordatorio juguetón de que todos somos obras en construcción.

Así es como deberíamos querer ser recordados dentro de 50,000 años. No como las fachadas compuestas y probablemente artificiales que presentamos en el trabajo o en nuestras tarjetas navideñas, sino desordenados y completos. En ella estábamos, disfrutando nombres de bebé absurdos o cantando las peores canciones en voz alta en público. En ella intentamos recordar qué les importaba a las personas que queríamos, qué calcetines querían y cuál era su pedido favorito en la pizzería. La vida no es perfecta, pero es bastante buena, y todo ello lo dejamos por escrito.

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