Las lágrimas humanas tienen una función hasta el momento desconocida. El líquido que brota de nuestros ojos en situaciones tristes o frustrantes puede disuadir a otros seres humanos de causarnos daño, así como disminuir el enfado de un interlocutor. Los resultados del estudio fueron publicados en PLOS Biology.
Observar a una persona llorar puede modificar el comportamiento de un individuo. No es solo un acto reflejo psicológico ni una muestra de empatía, sino que también se debe a un proceso químico que apenas comienza a estudiarse. Previamente, la comunidad científica había vislumbrado esta función asociada al aparato lagrimal. El llanto humano, por ejemplo, puede reducir los niveles de testosterona masculina y, en los roedores, actúa como una barrera contra agresores.
Teniendo en cuenta lo anterior, médicos del Instituto Weizmann de Ciencias en Israel llevaron a cabo un sencillo experimento para mostrar el efecto de las lágrimas. Extrajeron líquido salino de pacientes mientras veían películas tristes y motivadoras. Aislarion el fluido en solución salina. Estas muestras fueron entregadas a hombres antes de realizar una prueba psicológica diseñada para enojarlos.
Olemos “en estéreo”: reciente estudio explica el funcionamiento del olfato
Un estudio del Departamento de Neurología de la Universidad de Pensilvania demostró que cada fosa nasal envía señales independientes al cerebro para mejorar la localización de la fuente aromática.
Las lágrimas no tienen fragancia, pero los cerebros sí las detectan
31 hombres olfatearon la solución salina hecha con lágrimas. Después, jugaron un videojuego frustrante e injusto que les induciría un comportamiento agresivo. Los escáneres conectados a sus cabezas revelaron que la hostilidad disminuyó en un 43.7% cuando las lágrimas fueron de mujer.
Los hombres que redujeron su agresividad presentaban características únicas en comparación con los que no experimentaron cambio alguno. La actividad en las redes cerebrales donde se gestiona tradicionalmente la ira y la violencia era menor, mientras que la relación en las redes que manejan los olores era superior. También se confirmó que existen receptores en la nariz que pueden identificar la señal química.
“Nuestros resultados implican que, al igual que en los roedores, una quimioseñal ligada a las lágrimas humanas reduce la agresión masculina, un mecanismo que probablemente se basa en la superposición estructural y funcional en los sustratos cerebrales del olfato y la agresión. Sugerimos que las lágrimas son un mecanismo que afecta a todos los mamíferos y que proporciona una capa química que los protege contra la agresión”, puntualiza el reporte.
Los enigmas de las lágrimas
Minna Lyons, psicóloga de la Universidad John Moores de Liverpool, menciona en entrevista para The Guardian, que la investigación debe tomarse con precaución. El contexto social del llanto es extremadamente complicado y no puede asumirse que su único propósito es la reducción de la agresión. “En la vida real, las cosas pueden ser diferentes. Las lágrimas de la víctima de violencia doméstica pueden hacer poco para reducir la agresividad del perpetrador. ¿Por qué la quimioseñalización no funciona en estas circunstancias?”, se cuestionó.
El potencial para disminuir la agresividad no serviría para la defensa de hombres adultos, señala Noam Sobel, principal autor del estudio. Para el científico, esta cualidad de las lágrimas ayudaría a defenderse solamente a los hombres recién nacidos. “Los bebés no pueden decir ‘Deja de ser hostil conmigo’. Tienen una capacidad muy limitada para comunicarse y también están indefensos”, explica.