Los túmulos, montículos funerarios que datan desde el siglo III al VI después de Cristo, representan uno de los misterios mejor resguardados de Japón, debido a que sus complejas formas -a veces en forma de cerradura- solo pueden visualizarse desde el aire y se restringe su ingreso al público e investigadores.
Estos montículos de tierra se distinguen por estar cubiertos por una densa vegetación, suelen estar rodeados por un foso y, en algunas ocasiones, tienen una configuración de ojo de cerradura, un aspecto particular que resulta de combinar un círculo y un rectángulo y se cree que era para facilitar el acceso a los mismos.
“Las sepulturas en forma de ojo de cerradura tienen una forma característica que solo se encuentra en Japón y evidencian la estructura sociopolítica, la estratificación social y el sofisticado sistema funerario de la época”, expone la Organización Nacional de Turismo de Japón (JNTO, por sus siglas en inglés), en su web.
Consideradas maravillas de la arquitectura, estas sepulturas, en su momento destinadas a emperadores o personas destacadas, se pueden visitar en ciudades como Osaka y Sakai (al occidente de Japón), donde varios de sus túmulos fueron incluidos en 2019 en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Una de las estructuras de este tipo más asombrosas es el Mausoleo del Emperador Nintoku, que tiene una extensión de 486 metros y una altura de 34.8 metros y es considerada una de las tres sepulturas más grandes del mundo, junto con la del primer emperador Quin en China, y la Gran Pirámide de Giza en Egipto.
Más de 20,000 túmulos en todo Japón
Se estima que durante el Período Kofun se edificaron alrededor de 20,000 túmulos en todo el país, los cuales también dieron origen a ritos funerarios únicos, como, por ejemplo, la inclusión de unas piezas cilíndricas de barro llamadas “haniwa” alrededor de los mismos para delimitar su forma.
Estas piezas de arcilla se fabricaban siguiendo la forma de caballos, armas u otros elementos importantes de la figura del difunto y se colocaban en el exterior, mientras que, junto con los restos, se añadían utensilios personales como armaduras o espadas de hierro.
Se calcula que para la construcción del mausoleo del emperador Nintoku se necesitaron cerca de 16 años y se movilizaban a más de 2,000 obreros cada día.
Al estar clasificados como tumbas y mausoleos por la Agencia de la Casa Imperial, no se permite su acceso, aunque es factible observarlos desde el aire o en observatorios distribuidos en rascacielos de Osaka y Sakai.
Estas estructuras también están fuera del alcance de los investigadores, ya que la Agencia de la Casa Imperial solo ha autorizado visitas guiadas a sus exteriores por parte de académicos y periodistas en momentos especiales.
Este fue el caso en 2014, cuando se permitió la visita al exterior del túmulo de Tannowa Nisanzai, una estructura de unos 170 metros de largo, a un grupo de reporteros e investigadores, ante la presión de los mismos para una mayor apertura con respecto a los túmulos.
Al ser una sepultura imperial, la familia real japonesa prohíbe su entrada al público en general y realiza sus propias labores de excavación y mantenimiento desde 1967, en medio de las críticas de arqueólogos por su exclusión.
Durante estas labores se encuentran con frecuencia elementos culturales importantes para entender la historia antigua de Japón, como son vasijas, cerámicas u otros objetos usados con fines ceremoniales.
En años recientes se ha permitido la excavación de algunos túmulos, como el de Tomiomaruyama, en Nara (occidente), lo que ha permitido comprender mejor el estatus de las personas allí enterradas a través de los objetos que se encuentran junto a los restos, como es el caso de un individuo al que se había enterrado con una espada y un espejo de largas dimensiones.
A pesar de estos descubrimientos recientes, todavía existen muchas incógnitas sobre los túmulos que todavía permanecen intactos -unos 50 solo en Osaka y Sakai- y se desconoce con precisión cómo se construyeron y a quién pertenecían la mayor parte de las sepulturas.